de quien no se valora, mujer,
cargando con tu menguado ser
mientras el depredador
se mueve libremente en el ingenio
de quien se sabe a salvo.
¡Que sea hermético y mudo el dolor!
-te aconsejan.
Y mejor perdona, dicen, sé indulgente.
¡Que sea velado el daño! Que no se manifieste.
Que sea comedido, tratable y prudente.
Y, sobre todo, que no afecte al transgresor.
Enmudecer porque incomoda a la gente:
perturba la moral y la conciencia.
Vestida de luto por la indiferencia
ya sin voz, sin presencia ni porvenir
fatal pasividad al disculpar la ofensa.
El consentimiento de todos ahoga la denuncia
Pero lo peor, mujer, está por venir:
Dándote por vencida morimos todos.
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