Como en los actos vanales donde se prodigan las alabanzas y risas huecas. Momentos de poses amables e imagen cuidada. Gratis la simpatía y buenas palabras que no comprometen. Hablamos de hermandad y buenos propósitos, y hasta nos emocionamos, para seguidamente ser inflexibles y duros con nuestra gente cercana. ¿No es esto la hipocrecía?
Si no soy auténtica, qué soy? Si no soy auténtica soy falsa, soy una imitación. Somos copias de lo que quisieramos ser. Pero una copia no tiene CALIDAD, sólo apariencia.
Preferimos aparentar: es más barato, menos costoso.
Mientras el corazón esté maniatado por el Ego. Esté secuestrado y,debido al orgullo, impedido a manifestarse, estamos perdidos. Ese conflicto dentro nuestro nos imposibilita ser justos y DAR Amor.
El ser humano, para ser auténtico, debe ser bondadoso y compasivo. Por encima de lo injusto que me trató mi hermana, yo como ser humano genuino, debo comportarme de forma auténtica, por encima de mi orgullo ofendido, actuaré desde el corazón que es todo Amor.
Un trato humano, en cada acto cotidiano, haciendo uso de nuestra parte divina, pues hemos sido creados a semejanza de Dios que es Puro Amor. Olvidar esto, y actuar desde el Ego y amor propio, es olvidarnos de nuestra calidad humana y autenticidad divina.
Se vive desde un falso orgullo y un falso amor; desde la imitación y poca calidad. Elegimos lo barato y fácil pero que aparente tener categoría. Elegimos lo que cuesta poco (lo que produce el mínimo esfuerzo).Compramos nuestra imagen (nos conformamos con eso).
Mi autenticidad la manifiesto mostrando mi calidad humana.
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