Nos relacionamos con los demás pero no de una manera desinteresada y fluidamente libre. Nuestra mente, cuando gobierna, calcula sobre sus intereses.
En nuestras relaciones con los demás existe toda una red de energías que se entrecruzan, nos amarran u obstaculizan, de maneras sutiles, la comunicación y expresión de nuestros verdaderos sentimientos.
El matrimonio clásico, por ejemplo, muchas veces termina por convertirse en una relación de posesión/dependencia. Y eso no es una relación sana sino desgastante.
Ese tipo de relaciones crean la infelicidad y la resignación.
Debemos "relacionarnos" con la pareja sin espectaciones ni demandas: Somos seres individuales.
La felicidad mia no depende de lo que me da otra persona ni siquiera de lo que me dan los hijos, etc.
La felicidad es un estado interior superior y está ligado a mi conexión con lo divino. Al amor y aceptación de mi mismo.
La Madre Teresa de Calcuta escribió: "Una de las grandes enfermedades es no ser nada para nadie", y a simple vista se podría interpretar negativamente, pienso que cuando uno va por la vida con una actitud abierta y limpia, irresistiblemente pones en marcha la Ley de Atracción y produces simpatía y buena onda, consiguiendo una interrelación positiva, benéfica y equitativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario