Los valores no se adquieren por la voluntad del Ego, sino por la voluntad del Alma.
El Ego se disfraza de valores. Vive en la apariencia, por miedo a ser.
El Alma se viste con las ropas de la comprensión y la compasión y se adorna con el desapego.
El Ego vive en conflicto con el Ser (el yo inferior con el Yo Superior).
El Ego se relaciona estrechamente con la Mente, que le mantiene embelezado mientras ella domina de forma dictatorial.
El Alma, sin embargo, no precisa de reconocimiento externo. Sus propias virtudes le dan firmeza, fuerza y libertad. Las virtudes del Alma son la integridad y la honestidad consigo misma.
El Ego sufre y vive envuelto en conflictos creados por él mismo; inseguridad, miedos... magnifica y dramatiza los problemas que se le presentan en la vida... y los que él mismo crea y la Mente le ayuda a crear.
El Alma vive en un estado de plenitud y auto-suficiencia. Es agradecida y está conectada permanentemente con la divinidad que la sustenta.
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