Entiendo que muchas veces es mejor no hablar de ciertas cosas profundas según con quien. Son rápidamente mal interpretadas, se escuchan desde el ego.
El Silencio -cuando se alcanza cierto nivel de conciencia- puede ser más creible y más contundente que mil palabras. Las palabras sobran ante la presencia del actuar correcto e impecable -se sobreentienden-.
O no concuerdan y asoma tras ellas la busca de reconocimiento, entonces, las palabras distorcionan y molestan, con razón.
Si el que escucha oye desde el ego, esa muralla, no le permite reconocer el sentir del que habla.
Al Silencio le envuelve la energía de la pureza de intención y es captada por quien escucha con el corazón. No se precisan palabras aclaratorias. Sobran las florituras que el ego rápidamente añade, gratuitamente, y que le alimentan. Hay que andarse con cuidado.
¿Quién habla en mí? ¿El ego o mi corazón?.
Y como oyente, quién es el que escucha ¿mi ego o mi corazón?
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