Ayer viví la experiencia de enfrentarme al Miedo. El Miedo nunca se deja ver pero siempre se puede percibir su sombra, su aliento y hasta su olor repugnante.
El Miedo apareció de frente, por sorpresa, cuando yo estaba sintiendo una gran opresión en el pecho y sentía me faltaba el aire.
Las emociones saltaban como goterones de lluvia de tormenta golpeando mi mente.
Me atormentaba el miedo de no ser bastante para los demás, el sentimiento de culpa de no haber hecho bastante por mi gente querida... miedo a perder a mis hijos, miedo a que los demás se percatasen de mi debilidad, miedo a no ser reconocida y valorada, miedo a no ser quien me he propuesto ser, miedo a ser rechazada, a ser humillada. Miedo a que vean los demás mis debilidades, mis carencias, mis defectos... miedo a no dar la talla...
Pero, de pronto, pude VER detrás del Miedo. Y, para mi sorpresa, lo traspasé con mucha ligereza, sin dificultad ni recibir daño, diluyéndose a medida que lo miraba de frente. Y, detrás del Miedo, sólo había Luz y Paz.
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