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04 agosto, 2008

Un momento de nostalgia

Se consumió el tiempo de darte la bienvenida y el adiós. Y me quedé quieta en ese vacío; hueco y frío, de la Nada.

Se desvaneció el momento y apareció un suspiro; débil y prolongado que inundó el silencio que dejó tu marcha.

Ser todo en un instante. La oportunidad, fugaz, se aleja presurosa e indiferente a mi prisa por alcanzarla.

Imposible hacerme dueña del Presente y paralizarlo para hacerlo eterno y visible en toda su amplitud y largura. Quería que el Hoy se obsequiase a nosotras y generosamente se dilatase hasta colmar la carencia de ti.

¿Cómo inmovilizar el Presente? ¿Puedo? Y decirte entonces, ya sin prisas ni límite alguno, todo lo que te quiero.

Ha quedado en mi retina grabada tu figura, en mi oído tu risa y en mi corazón tu alegría.

¿A dónde irá ahora todo lo que quedó por decir…todos los besos y abrazos que todavía deseaba darte? ¡Ay! Efímero Presente.

El tiempo desapareció, sin miramientos. Visto y no visto, se consumió.

Muchos momentos se fundieron en el aire o se derramaron en nosotras plácidamente. Otros, generaron mucho amor y entendimiento y las sonrisas alargaron los minutos llenando el espacio de luz armoniosa.

Se gastó el tiempo. No alcanzó para darte un abrazo tan largo y profundo que traspasase el campo denso de lo formal. No alcanzó el tiempo; mi amor por ti es infinito.

Se agotó y a sabiendas de que no había vuelta atrás, imploré tener más, para alargarlo como fuese… bordando añadiduras orladas con pespuntes… tejiendo artísticos flecos y colgantes trenzados a mil colores…

¡Invoco al Tiempo y le emplazo! Aclamándole y renegando de él. Llamándole a gritos, por amor a ti.

Lancé un conjuro para hechizarle, retenerle y que nos envolviese para así poder movernos en él –y fuera de él-, flotando, a nuestro antojo, en la ingravidez que proporciona el poder del deseo.

Sacudí el Tiempo con mi voz, logré dominarlo con la mirada, obligándolo a postrarse y rendirse. Sólo por la fuerza de mi amor por ti, le hice manso para que se moldease a mi necesidad de perpetuar los momentos perennes y fecundos del Amor.

Captar el instante, absorberlo, libarlo, plasmarlo en mi interior y –en ese universo mío- dejarlo se expandiese con todo el esplendor que el Amor es capaz de ejercer y desarrollar.


El suspiro da vida a la quietud del recuerdo guardado celosamente.
Le insufla vida y ésta da calor al cuerpo y el cuerpo vibrante despierta el corazón dormido…


¡Detente Tiempo! Que me he pasado media vida dormida y ahora valoro y reconozco el Presente –vivo- y tengo la voluntad y el ánimo para disfrutarlo intensamente.

En el fondo sé que es la Mente, por ser insaciable, la que nos lleva a sentir frustración. Sólo el Alma desarrollada acepta lo que hay y le basta con lo que tiene, desde el día a día.

Amor y Gratitud desde este canto -en un instante de nostalgia- después de vuestra marcha.

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