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16 noviembre, 2010

EL VENENO AL ENJUICIAR


La única forma de no envenenarnos el corazón es no esperar nada de los demás. Es la única manera de no entrar en el juego del Ego de ENJUICIAR.

El equilibrio entre la conciencia que tengo de mis deberes y responsabilidades lo consigo al no juzgar ni poner espectativas sobre los demás y no caer en la trampa tentadora de pensar "él debería o hubiese tenido que..."

Aunque sea de forma disfrazada, es fácil creerme con derecho a calificar y sentenciar a los otros... la mente tiene mil mañas para regocijarse en ello...

Debemos evitar entrar en el terreno pantanoso de juzgar a los demás; es un mal hábito que emponzoña el corazón poco a poco. Observemos qué nos lleva a hablar mal de alguien, a criticarlo y hasta encarnizarnos con el ausente... Observemos nuestros sentimientos y nuestra rabia; sólo nos afecta y perjudica a nosotros mismos. La fórmula más beneficiosa es transformar todas esas energías negativas para que no vuelvan a hacerse dueñas de nuestra mente y nuestro corazón. El Ego trabaja así, con la mente como aliada. No alimentemos el daño que nos han hecho en el pasado manteniéndolo vivo con el recuerdo; eso no sirve para nada. Vamos a sanearlo y enterrarlo para siempre. ¡Esto es lo que aligera el corazón; liberarse del pasado!

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