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11 junio, 2011

Juicio rápido y severo

Muchos jóvenes piensan que las cosas son blancas o negras, que las decisiones se toman rápidamente diciendo si o no, que las situaciones son fáciles de distinguir pues son buenas o malas, se tiene buena o mala suerte, y... pensando así, es como cometen el error de juzgar a los padres desde una visión fría y superficial...

No les sirve conocer la explicación de que,por ejemplo, cuando tenían tres años, efectivamente no pudiste ocuparte de ellos porque estuvistes con una hepatitis a punto de morirte y te llevó un año recuperarte y coger fuerzas para seguir viviendo... sólo tienen en cuenta su sufrimiento y sentido de abandono.

Parecen no entender que la vida es muy complicada o al menos lo es cuando comienzas a vivir y a tener responsabilidades porque nadie te enseñó a ser padre o madre.

Cuando intentas explicar que tomar decisiones no es nada sencillo porque todo está interconectado y cualquier decisión que tomes -y buscas la mejor- siempre alguien sale dañado o herido... y muchas veces, lamentablemente, se hace inevitable que los hijos también sufran...

Hoy en día muchísimos jóvenes dicen que no quieren tener hijos... y volvemos a la actitud del "si / no". Pero la vida no se resuelve así: "No tengo hijos y así no hago desgraciado a nadie y no soy responsable de ello..." ... este es el razonamiento simple del me gusta, no me gusta, quiero, no quiero... Pero la vida tiene infinidad de matices y entramados...

El ser humano aprende muchas veces desde el error, el arrepentimiento, el sufrimiento. Es desde la experiencia como logra crecer como persona. Se hace buen padre y buena madre desde su inexperiencia como tal; cometiendo errores, corrigiendo patrones...

Pero muchos jóvenes no admiten ni perdonan el fallo en los padres y su resentimiento hacia ellos lo mantienen vivo en cada momento de sus vidas en que se sientan desgraciados o infelices ellos mismos... castigándoles por sus propias frustraciones, haciéndoles responsables -para siempre- de todos sus momentos malos... recordando machaconamente el que son víctimas de una infancia infeliz por esto o por aquello que ya han magnificado, enmarcado y colocado en el centro de sus vidas.

Jueces severos que no escuchan ni intentan comprender a la otra parte. Pero esa otra parte no es cualquiera: se trata de quien les dio la vida. De forma más o menos afortunada, con todo el sacrificio y buena voluntad que supone... dentro del imparable vaiven que supone vivir...

Sanar el desamor no es fácil pero necesario para continuar la vida desde la armonía y la paz con uno mismo. Sólo es posible abriendo el corazón desde el perdón, en busca de la reconciliación. Y siempre para ganar, dando ese paso, de ser más comprensivo e ir purificando eso que llamamos amor, desde la unidad.

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