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18 septiembre, 2011

Cuando la Conciencia en nosotros se va ensanchando llega un momento en que es más grande y poderosa que la mente con la que acostumbrabamos a funcionar... de pronto, la sobrepasa y de alguna manera la "engulle" y la incorpora en sí misma... y eso vendría a ser lo que se llama la "mente superior". En la mente superior están las oficinas de los altos dirigentes. Ahí los despachos son de lujo, espaciosos. Ahí trabajan los más grandes creativos y sólo tienen acceso a ellos ejecutivos muy cualificados para trabajar a las órdenes del Supremo y del Absoluto. Así que, un buen día, el personajillo "yo" que se creía dueño y señor de la maquinaria pensante y centro del mundo entra en crisis profunda. Todo se le desmorona a su alrededor; entra en un estrés y angustia incontrolable intentando no perder su imagen construída con tanto esfuerzo y cae en un pozo profundo. La sacudida es tan grande que todos los muros que había levantado para engrandecer su ego se han hecho añicos y es entonces cuando -quizás por primera vez- desde su corazón pide humildemente ayuda a su alma y se rinde y acepta existe un Ser Superior y él es parte del Uno. Este encuentro le hace vislumbrar la Luz y la Verdad en sí mismo y le llega a su corazón directamente el entendimiento de la ilusión en la que vivía y de lo que es la Realidad. En ese despertar de la Conciencia su corazón se alivia y comienza a sentir paz. Ahora es la Conciencia quien le guía y él se deja llevar. Se da cuenta que el orgullo y la soberbia se alojan en la mente inferior y si eres débil caes en sus trampas y te esclavizan. Ahora que la Conciencia ha hecho limpieza en la mente y el ego ha sido reducido, el yo tiene espacio para crecer correctamente y vive conectado a su Alma. En la medida en que la Conciencia en nosotros se va desarrollando y el yo ya no pone más resistencias y deja paso a que sea el corazón quien gobierne nuestra vida, a partir de ahí la serenidad se vuelve un estado permanente en nosotros y es el sexto sentido, la intuición, quien dirije nuestros pasos certeramente. Desde la meditación y la oración. Desde la disciplina y el actuar correcto. Desde el respeto y el amor a nosotros mismos. Así logramos evolucionar como seres humanos y divinos que somos.

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