Cuando un jugador de futbol tira la pelota, hace que ésta llegue a un receptor en particular: no tira por tirar.
Puede dominar la pelota con sus pies y hacer pases fantásticos. Pero, si no acompaña ese dominio que tiene de la pelota con la técnica de juego; con una intención y dirección durante el partido, no tendrá efecto positivo y no logrará ser un buen futbolista.
No depende sólo de su destreza en el manejo de la pelota. Debe haber una disciplina, una intención e igual de importante saber elegir la acción adecuada previendo la reacción.
- Si yo hago tal cosa qué consecuencias tendrá, qué pasará después.
El jugador le da un DESTINO a la pelota cada vez que la lanza. No se queda quieto si falló el pase: sigue adelante, viviendo cada momento como único. No puede pararse a lamentarse.
Él sintoniza con la pelota y con el resto del equipo. Totalmente atento, consciente, receptivo, alerta, enfocando plenamente su atención en el AHORA; viviendo intensamente cada minuto.
No está solo. Pertenece a un equipo y debe contar con los demás.
Si no está sintonizado al cien por cien con sus compañeros perderá oportunidades, puede que falle y cometa errores.... no es su lucimiento personal lo que vale.
Como en un partido de futbol, así, nosotros también, nos encontramos en el área de juego de la vida misma.
¿Tenemos clara nuestra intención y dirección? ¿estamos buscando reconocimiento personal?
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