Páginas

12 julio, 2007

Cultivarse a uno mismo

Yo soy la conductora de mi vida. La única responsable de mis actos.

La reverencia que siento por el Ser Supremo y mi anhelo de ser uno con Él, hace que me vuelva cautelosa de mi misma; observadora de mi ego, que sé puede traicionarme en cualquier momento.

Mi álma se encarga de la exigencia y discriminación para que mi ser esencial -quien realmente soy- reciba las cosas en estado puro. (Vamos a comenzar por seleccionar los alimentos que ingerimos, el aire que respiramos, procurar no permanecer en lugares contaminados, no andar con gente con malas energías o en ambientes donde la densidad de las energías nos perjudican...)

Siempre en actitud reverencial ante la Presencia Divina que está en mí, en todo y en todos.
Sintiéndola. Focalizándola. Para que mi comportamiento y mi hacer sean dignos y entonces poder dar lo mejor de mí en toda circunstancia y momento.

La Madre Tierra me brinda su altar para mi recogimiento y enraizamiento. Para que ofrezca ceremonias de agradecimiento cada día. Me señala los momentos de mayor poder; con la salida del sol y al atardecer. De este modo, centro mi voluntad y son mis energías superiores quienes rigen mi vida, sin que ya ninguna fuerza oscura logre sacarme de mi estado de paz y conexión.

Es así, con cada nuevo día, como renuevo mi intención. Rectifico mi actitud y me exploro a mí misma para limpiar todas las energías inútiles que a diario se camuflan y se adhieren a uno como parásitos indeseables.

Todo esto, con el único deseo de evolucionar como ser luminoso que soy. Que somos.

No hay comentarios: