Si además de crecer físicamente, los mayores se ocupasen también de alimentar y educar el cuerpo espiritual de los niños y jóvenes para que tengan un CRECIMIENTO constante y parejo en relación a sus facultades, no tan sólo intelectuales, sino de todo el potencial que va más allá de los cinco sentidos... No hablo de practicar una religión, que ayuda, sino de algo más.
Preocuparnos por el crecimiento y la salud física, pero que también abarque la conciencia de ser conectada con la parte divina que todos poseemos y la capacidad creativa que lleva a disfrutar de la vida y reconocer la Belleza en profundidad.
Que incluya, el crecimiento de nuestros niños y jóvenes, por supuesto, el alimento del cuerpo espiritual y esto hará crecer a las nuevas generaciones más positivas y más humanas en definitiva.
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