Los niños sufren porque no quieren ser diferentes a los demás niños. Los más influenciables, vulnerables y con baja autoestima imitan a los demás con el afán de ser aceptados aunque vaya en contra de su sentir y su ser. Todos quieren parecerse a otro que consideran mejor...
Pero somos únicos. Aquello de que "todos somos iguales" es a nivel social pero en cuestión de IDENTIDAD todos somos únicos y no deberíamos desear parecernos a otros. Porque ahí entra la competencia y rivalidad.
Y justamente como lo que nos enseñan desde pequeños es a competir y a rivalizar con nuestros hermanos, con nuestros compañeros de clase, etc. es que creamos en nuestra mente los miedos "a ser menos", la ansiedad por no llegar a conseguir lo que el otro, la angustia, el tormento, el estrés... todo por medirnos con el otro... eternamente midiendo, juzgando, etiquetando...
Pero somos únicos. Y el modelo está en nuestro interior y el espejo donde mirarnos está en nuestros propios ojos... ¿hay brillo de entusiasmo y alegría en ellos? ¿o se han apagado por la frustración, el desengaño y el cansancio por no poder ser quien se es?
Somos únicos y sin límites para crecer tanto como anhelemos. Tan flexibles para moldearnos a nosotros mismos como nuestra creatividad ansíe. Tan divinos e iluminados como nos propongamos llegar a ser... que ya somos...
1 comentario:
Gracias, abrazos...
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