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16 mayo, 2006

Te quiero MUCHO

- ... ¿cuánto me quieres?
- Mucho. Eres lo que más quiero. Es más; ¡sin tí no podría vivir!
Y esa respuesta nos alegra. Me tranquiliza saber que ese ser sufre por mí. Que es tanto su amor que no puede vivir...

Pero el Amor, con mayúsculas, no es medible. Eso de "hoy te quiero más que ayer y menos que mañana" es falso. Hablamos de un "amor" que ya ha sido tan tratado que queda poco del original, del puro.

El amor con el que nos codeamos es temporal y tiene caducidad... "se acabó el amor entre nosotros" dicen muchas parejas y se separan después de x tiempo, sin más.

Pero el Amor original, al que alguna vez, acertadamente, lo llamamos "verdadero", es -sobre todo- incondicional.

Acostumbramos a clasificar al amor: el amor de madre, el amor al hijo, a la amante, a la esposa, al amigo... son diferentes tipos y grados de amor. Pero no es así según mi opinión; eso son tipos de afecto, cariño, simpatías, ternura, apegos y atracciones. Lo que llamamos amor es un compuesto de sentimientos, pasiones y emociones a los que damos forma según nuestra personalidad. Pero el Amor Incondicional, la tintura Madre, por así decirlo, es mucho más y nada que ver con el sucedaneo al que estamos acostumbrados.

No nos engañemos, el amor del que nosotros hablamos, el amor que nos es familiar, es un amor egoista. "Mí hijo. Mí mujer. Mí...". El amor que conocemos es controlador. Posesivo. Manipulador. Interesado. EGOISTA.

Nuestros impulsos amorosos y muestras de cariño hacia los demás no son más que gotas dispersas del gran océano que es el Amor Puro Incondicional. Gotas... ¿y no aspiramos a más?

Quiero poner fin a todo tipo de engaño en mí o en mis relaciones con los demás. Estoy atenta a mis falsos hábitos de representar sentimientos y conductas que pretenden ser pruebas de amor pero son gestos interesados. ¡Quiero zambullirme en ese Mar inmenso!

La forma de amar que conocemos está basada en la competitividad. Nos medimos a nosotros mismos con todos y todo. Es delirante y agotador. Exige estar alerta continuamente para que no decaiga el amor del otro hacia nosotros. Para que nadie nos lo quite. Exigimos y nos imponemos a la pareja y el otro nos mantiene en un sin vivir con sus chantajes emocionales... ¿A qué estamos llamando amor?

Creemos equivocadamente que la paz, el amor y la felicidad son valores que se encuentran en el exterior, en algún sitio escondido, difícil de encontrar. Pero en realidad éstas son cualidades que ya están en nuestro interior. Son la esencia de nuestra alma, que ahora mismo la tenemos abandonada.

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