Sobre SUMISION

La persona creyente se distingue porque su misma creencia le hace ser sumiso a Dios y obediente a las leyes divinas. Pero, al mismo tiempo, es más cercano a Dios, aquel que sabe conjugar la sumisión y obediencia con la reflexión.

El reflexionar nos obliga a ir más allá de la obediencia ciega, de la que no sacamos más beneficio que ese; ser obediente.

No se trata de cuestionar sino de profundizar en la comprensión, para llegar a estar, de forma sincera, totalmente entregados. Y es así, como esa actitud deja de ser acatamiento pasivo y se convierte en enriquecimiento personal.

Cuando logras transformar la actitud; de pasividad en responsabilidad. Desde la inercia a la vivencia. Desde la inercia al despertar. Entonces se produce un cambio interior y pasas a ser un "obediente activo". Experimentar la sumisión a Dios de manera consciente nos aleja de la postura cómoda, relajada, infantil o cobarde del únicamente sumiso por obligación o por miedo. Esta misma actitud lleva trampas peligrosas, como la falsedad, el disimulo, la hipocresía.

La mente es creativa por naturaleza cuando no es reducida a desenvolverse en un marco rutinario y rígico, sin libertad de acción. Someterse a Dios significa liberarse del Ego y la razón lineal. Ser sumiso a las leyes divinas sería el primer nivel en la andadura espiritual.

Ser sumiso voluntaria y conscientemente, de forma activa (mediante la reflexión) es tener una actitud VIVA de aceptación. Es estar abierto sin resistencias del Ego (y todo ello es un camino de vida).

El acto de sumisión debe renovarse con la reflexión. Se renueva y enriquece continuamente en cada pensamiento profundo, en cada introspección, en cada plegaria.

LA SUMISIÓN ENTRE LOS SERES HUMANOS.
Los líderes o maestros religiosos que exigen sumisión incondicional a sus seguidores, sin dejar espacio para la reflexión personal, tienen miedo a perder su poder ... quién sabe a qué tienen miedo, ¿será por vanidad?... ¡Tened cuidado de esos maestros que anulan vuestra identidad y vuestra capacidad de pensar y decidir!

LA SITUACIÓN DE LA MUJER.
Hablar de sumisión, inevitablemente nos lleva a recordar la situación de la mujer en muchos países y dentro de algunas comunidades religiosas, en la que se la exige sumisión al hombre (padre, hermano, marido,etc.). Esto está hoy en día tan desfasado como ir en camello por Barcelona.

¡Qué poco se valora a la mujer! El hombre que marca pautas a su mujer, la vigila, la amenaza, la chantajea, la reprime y humilla y se cree con derecho a exigirla desde una postura de superioridad ¡qué poco valora a la mujer! Pero ya no estamos en los tiempos en que la sumisión era ciega, inamovible, imperativa y el hombre era dueño absoluto de su familia sin derecho a replica o queja.

Hoy por hoy, hay que tener cuidado cuando desde la religión se habla (y ordena) de que la mujer le debe "sumisión" al marido. Son otros los tiempos. Hoy, la mujer tiene voz propia, tiene capacidad de discernir, reflexionar, conoce sus derechos. La mujer tiene alma y espíritu propios para responsabilizarse de sí misma. La mujer tiene capacidad de amar y elegir cómo y con quién quiere vivir y compartir su vida.

Sumisión a Dios sí, y es comprensible, porque en el nivel espiritual la sumisión es el estado de entrega y adoración al Ser Primordial. Por Amor a Él, por encima de uno mismo, se alimenta el espíritu. Pero la sumisión entre hombres enferma la dignidad y el corazón de las personas por degradante y por ello es inaceptable.

MEDIR CADA PALABRA.
Debemos revisar la historia para avanzar. Nada debe ser inamovible; el Universo está en continua expansión y cambio. La obediencia sin reflexión es paralizante. Debemos hacer todos una reflexión profunda sobre las nuevas realidades.

En la medida en que van cambiando los tiempos también se mueven las definiciones de las palabras; y entre ellas la de sumisión. ¿Por qué esto escandaliza a algunos hombres?