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19 julio, 2006

Vivir en la impecabilidad


El pescador vive en comunión con el medio que le sustenta. Fluye en los elementos con gran respeto. Sabe que no es víctima de los acontecimientos. Sin exigencias ni arrogancia se situa como aprendiz de aquello que le ha tocado vivir y su vida, aunque austera y sencilla, es plena.

El hombre moderno necesita cada vez más de cosas externas para divertirse, distraerse, sentir alegría y felicidad; todo eso lo tiene que comprar con dinero. Y así y todo, como estos "estados" son falsos porque los ha adquirido de manera engañosa, desde fuera de sí mismo, estos sentimientos se esfuman al poco tiempo y se ve obligado a ir a por más. Si pensaba que el objetivo para sentirse feliz era un coche, después de la euforia cuando ya lo ha conseguido, se pondrá una nueva meta para borrar momentáneamente sus sentimientos de vacío y frustración.

El ser que vive en contacto con su espíritu no se desespera. Vive atento del devenir de la vida pero con desapego emocional. La impecabilidad con que un pescador prepara sus redes y realiza armonioza y pacientemente, día tras día, todo el ritual de salir a la mar, sin excusas ni lamentos, hasta que consigue la pesca, manteniendo un estado imperturbable de ánimo, es la manera correcta de estar en la vida.

La impecabilidad es la mayor aspiración que puede tener un ser humano. La impecabilidad, desde las pequeñas cosas hasta las más grandes, te obliga andar en línea recta y siempre bajo la guía y compañía del Espíritu.

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