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14 diciembre, 2011

Mi apatía

Cuando yo era pequeñita mi madre, me imagino que en un día de inspiración, escribió una pequeña nota sobre mí que luego, ya de mayor, le pedí me la regalase y dice así: "Tú eres volcán. Tú eres elevación. C ristina ternura. R isa contagiosa, cascabel mìo. I nmensa, apática. S í, esa eres tú." Lo de apática -recuerdo yo- era porque siempre el mundo me pareció un lugar muy extraño que me producía confusión. Desde la altura de mi corta edad -ya a partir de los cinco años- era una observadora silenciosa... y a los adultos de mi alrededor, que eran mis familiares, los miraba desde esa parte remota donde se encontraba mi ser. Recuerdo, por ejemplo, el día de Nochebuena cuando yo tenía 4 años, y os aseguro que lo recuerdo perfectamente: Estabamos en casa de mis abuelos y a mis hermanos mayores y a mí nos dijeron que Papa Noel iba a entrar por la puerta en pocos minutos. Como podéis imaginar estábamos muy nerviosos y emocionados. Cuando entró, con su gran panza y su traje rojo, la barba blanca y demás, nos saludó y toda la familia reía con mucho alboroto... de pronto me fijé en sus manos e identifiqué llevaba el anillo de mi tío Pedro... comencé a gritar ¡¡¡¡mentira, es mentira!!!! sin parar y de tal forma que lo hicieron salir de la habitación y se terminó la fiesta. Mi apatía, siempre ha estado ligada a la frustración e impotencia por tener que aguantar la hipocrecía, el engaño y muchas cosas más... direis que no era para tanto, que vaya exageración. Sí, es verdad, siempre he tenido que aguantar la etiqueta de "rara", "loca"... Bueno, yo diría que era muy delicada y sensible con la cuestión de los valores humanos aunque por mucho tiempo no supe expresarlo y defenderme. De todas formas, ahora lo vivo desde una perspectiva más amplia que me permite ser más tolerante y flexible con los demás. Pero, volviendo al tema de la apatía pienso que, muchos niños y jóvenes, viven desde la apatía aparente como una forma de protección al exterior; ese mundo ruidoso, superfluo, vanal y cruel que los niños muy sensibles observamos con sorpresa y temor.

1 comentario:

martica dijo...

Hola! Al leer tu experiencia me has recordado algunas cosas de la mía...
Hasta los 5 ó 6 años yo practicamente viví la vida como expectadora. Yo sólo vivía realmente en mi imaginación. Mi madre dice que hasta esa edad no lloré nunca, ni tan siquiera cuando era bebé. Siempre dice que yo vine de otro planeta y me costó tomar tierra...Yo me recuerdo observando, aprendiendo a sociabilizarme pero a través de las experiencias de otros. Eso si, a partir de los 6 estalló el big-bang en mí.Me volví una niña absolutamente indomable. Puse los pies en el suelo y debí de decir: -aquí estoy yo-. Mis padres se ganaron en aquellos años el cielo. Me costó coger mi propio equilibrio y sin embargo ahora lo miro y siento ternura al recordarlo. Realmente no existe el tiempo porque en una misma vida puedes vivir muchas e incluso ninguna.
Gracias por compartir tu experiencia y hacerme recordar la mía.