Páginas

14 abril, 2006

Ir hacia adentro.

Vivir desde las emociones es un peligro, porque éstas son como las polillas; quieren ir hacia la luz pero vuelan hacia el resplandor de una bombilla y se estrellan.
Con las emociones se corre el mismo peligro si no se controlan; son atraídas por luces falsas, ciegan el corazón y uno se estrella.
Cúantas veces hemos oído decir que el estado perfecto es el del equilibrio entre nuestros tres cuerpos: físico, mental y espiritual. Pero, cuánto nos cuesta ponerlo en práctica, porque las emociones se meten por medio.
Pero, cómo conseguir ese equilibrio, esa sobriedad de pensamiento y ánimo; en la meditación e introspección. Si no dedicamos unos minutos cada día al encuentro con nosotros mismos, a ir a nuestro centro, nos perdemos, nos descentramos.
En esos minutos y con ayuda de la respiración consciente, debemos ir hacia adentro. Y desde dentro, entonces, mirarnos. Vernos, oirnos. Desde el yo-testigo (la Conciencia).
Y así, en ese ejercicio diario, la Conciencia gana fuerza progresivamente, asumiendo el dominio sobre la resistencia.
¿Sabes de lo que hablo, no? El ego se resiste a abandonar su poder. Y la mayor batalla que sufrimos, en nosotros mismos, es la de acabar con esa resistencia del ego a ponerse en su sitio.
Esto requiere de un mínimo de esfuerzo, por supuesto. Requiere de un mínimo de disciplina y voluntad. Requiere sobre todo de sinceridad y honestidad con uno mismo.

¿Estás listo para responsabilizarte de tí mismo? ¿Listo para liberarte de tus fallos sin lamentaciones?

Empieza, entonces, a vivir la vida como un desafío.
Cada día, la vida nos pone a prueba y se torna en un desafío para el que decide ser un guerrero espiritual.

Nada de lamentaciones; liberación y superación personal.

Adelante.

No hay comentarios: